La mejor forma que tiene una empresa para ampliar su productividad es a través de la motivación laboral, ya que los trabajadores son quienes brindan su esfuerzo, dedicación y talento para satisfacer los objetivos y metas de la organización.
Entonces, cuando hablamos de motivación laboral nos referimos a la capacidad de una organización para mantener motivados y comprometidos a sus trabajadores y de esta manera también impulsar su rendimiento.
Existen dos tipos de motivación laboral, estos son los intrínsecos y los extrínsecos.
La motivación intrínseca nace a partir de causas internas del individuo (en este caso el o la trabajadora). Y se refiere a la práctica de una acción por la propia motivación, la voluntad que tiene el colaborador o colaboradora de ejecutar la acción de la mejor forma posible, a raíz de motivos internos como lo es la superación personal.
La motivación extrínseca, a diferencia, nace a raíz de factores externos al trabajador, que pueden ser estímulos negativos o positivos. Un ejemplo de esto podría ser el aumento salarial (estímulo positivo) o una carta de amonestación (estímulo negativo).
El secreto para sacar el mejor provecho para la organización de los dos tipos de motivaciones existentes es comprenderlas como un todo y tratar de complacerlas, ya que estas se complementan de tal manera que pueden resultar un gran caso de éxito.